Saludos del Director Prof. Juan Carlos Ceja
A los estudiantes. Al personal del ISP2
Saludos del Director Profesor Juan Carlos Ceja
Estimados, todos.
Ingresé a la Escuela “de Comercio” en 1977
Entré a la “Escuela 204” en 1982
“Soy” del Instituto desde 1979
El viernes 23 inicio con la licencia previa el tiempo de la jubilación. Como Profesor y Director, les acerco un respetuoso saludo, a los estudiantes, profesores, personal de secretaría y alumnado, bibliotecarias, técnicos, asistentes escolares, cooperadores, a Regencia y al SOE.
Un reconocimiento especial para los integrantes del Consejo Académico, a los actuales y a los otros colegas que en su momento lo integraron, unos y otros competentes y solidarios en el acompañamiento de la gestión institucional.
También mi agradecimiento al personal de la Región III de Educación en la entrañable profesora Carolina Pelegry, a la Supervisora Prof. Marta Nardoni y a la Directora Provincial Prof. Irene López, vinculaciones que en todos los casos se tradujeron en la solución de asuntos complejos de la gestión así como aportes tangibles que hoy son logros sustanciales para el Instituto.
Ingresé al Instituto el 6 de junio de 1979, lo que equivale a decir que me retiro de la Formación Superior después de 37 años; como profesor dediqué todo el tiempo a la historia en la Sección Historia. Durante varios períodos, elegido por mis compañeros como Jefe de Sección, integré el Consejo Académico; luego ingresé a la regencia y después asumí la función de Director, donde a veces, sin medir consecuencias personales dediqué muchas horas al trabajo, tanto en la “casa vieja” como desde la nueva (¡Ah, el traslado!)· Me propuse la presencialidad y la acción, aún fuera de hora, desde el “anexo” de la casita amarilla de Mainardi en el barrio Lehmann”, con la compañía incondicional de Luisa: “Siempre, la mujer, la amiga, la mano tendida, generosa hasta el sacrificio, en las buenas y en las malas”.
No tengo dudas que muchos de ustedes, estudiantes y profesores y personal en general, han hecho y están realizando un esfuerzo similar al que antes dije de mí. Deseo expresar también que tengo la tranquilidad de que cuantas veces percibí un asunto a tratar o un encuentro ineludible, o lo supe con certeza o lo hicieron saber, me tomé el tiempo de conversarlo personalmente, a resguardo, pero en algunas oportunidades, cuando lo consideré de interés y beneficio general, lo di a conocer ante públicos amplios.
Tuve a mi cargo las tareas que busqué y para las que me preparé. Trabajé con pasión y sentido de pertenencia. En las cosas que salieron bien, y algunas muy bien, reconozco acompañamiento, las que fallaron o quedaron a mitad de camino probablemente sean de mi crédito, aún así, con un ánimo futbolero que me es un tanto desconocido, pienso que “la base está”.
En los años que estuve en el Instituto, en cualquiera de las funciones y especialmente la de director, hablé con todos los que desearon hacerlo, incluso a algunos los busqué para ello y el intercambio y entendimiento casi siempre fueron recíprocos; ayudé y acompañé cuando y cuanto me fue posible. Lo que voy a decir, en verdad sincero, podrá tomarse, creerse o no, pero escuchando y analizando lo que hacían, aprendí de muchísimos y traté de actuar en consecuencia y con alguna reserva pudorosa me parece que a veces se vio, creo, en logros tangibles.
Me gustaría ya cerrando, pensar que mi vida como este tiempo de primavera se cruzará con ustedes con la fuerza de la naturaleza siempre renovada, porque como ella, las etapas de la vida no son finales sino otras formas de continuar con la pasión del inicio.
Por ahora me voy a casa. Luisa me espera.
Juan Carlos.
Rafaela, setiembre de 2016.
P.D.
Lo que hago, siempre intento hacerlo bien. Lo mejor posible. Justamente, porque creo en la belleza de las cosas bien hechas, todos los días entré con ese ánimo al Instituto.
