ACTO DE COLACIÓN DE GRADOS

ACTO DE COLACIÓN DE GRADOS

Discurso del Director


ISP2

Instituto Superior del Profesorado Nº 2 “Dr. Joaquín V. González” de Rafaela.

 Acto Académico Colación de Grado 2013 – Egresados 2012/2013.

 Discurso del Director, Profesor Juan Carlos Ceja

 

Buenas noches, autoridades presentes, personal del Instituto en su totalidad, colegas de otros establecimientos, familiares, invitados y estimados graduados de las carreras docentes y tecnicaturas del Instituto Superior del Profesorado Nº 2 “ Dr. Joaquín V. González” que hoy egresan.

Hoy, para quienes estamos aquí, no es un día cualquiera. Es una jornada cargada de significados, donde pasado y presente se encuentran en la intersección de la evaluación de lo que fue y de lo que lograron, y donde se abren las inquietudes, sueños y proyectos venideros. Por ese motivo, es un día pleno de energías para todos, es decir, para los distintos grupos que integramos esta reunión: para la comunidad educativa del Instituto Nº 2,  para ustedes, los egresados, y también para las familias que los acompañaron en el trayecto.

Los profesores y todos quienes “hacemos” el Instituto,  nos sentimos complacidos,  porque los objetivos  formulados se han cumplido ampliamente, y el resultado son ustedes: los nuevos técnicos y docentes  que hoy dejan esta casa de estudios.

Cada acto de colación de grado tiene,  más allá del esfuerzo creativo que pongamos en su montaje, algo de parecido a los anteriores y sin embargo cada uno es singular, único y de trascendencia diferente, en principio  porque hay actores nuevos y además, porque aquellos que participamos en  las otras oportunidades, no somos necesariamente los mismos. En cada ocasión, para todos, pero de manera especial para los profesores, el acto de colación  tiene que representar algo especial, y ese algo, aún en su pervivencia, tampoco siempre es igual. En la docencia, aunque el planteamiento es permanente, la sabiduría de los profesores tal vez radica en dar con el tópico necesario y oportuno  según la época, coyuntura o acontecimiento.

Como Director me he convencido de que los profesores nos tenemos que preguntar si el trabajo que llevamos adelante en el Instituto, es acorde con las  expectativas que la sociedad nos plantea o no, y de qué manera podemos llegar a mejorar nuestra entrega diaria a la tarea educativa requerida.  La exigencia general, que aparece en primer plano,  es la de seleccionar adecuados contenidos disciplinares, de índole científica. Pero hay más: nosotros, los profesores, debemos acompañar con sensibilidad e inteligencia las trayectorias formativas, para el logro de ciudadanos comprometidos y buenos vecinos. Y esto es de una profundidad y responsabilidad ética enorme, ya que se parte del supuesto de que estamos capacitados para enseñarlo, porque lo sabemos y lo practicamos en la cotidianeidad; en otras palabras: se supone que  los docentes  somos todos ciudadanos comprometidos y buenos vecinos, es decir, personas de bien… Yo creo que éste, entre otros, merece ser el debate que tenemos que plantear siempre, todos los días. Y esto que recalco respecto de los profesores, se lo estoy diciendo también particularmente a ustedes, a los que están egresando en el día de hoy: a nuestros nuevos  docentes y técnicos. Y por supuesto, también me lo estoy proponiendo a mí mismo.

Tenemos mucho por hacer; no basta con ofrecer nuestras potencialidades individuales, sean éstas académicas o sociales, porque la capacidad de potencia debe estar ligada al acto y los propósitos deben ser objetivados, ya que lo tangible no puede dejar de estar: debemos asumir nuestras responsabilidades como actores sociales, reconociendo que el sistema  se sostiene con el esfuerzo de todos.

La institución en democracia acepta el ejercicio responsable de la autonomía,  lo cual implica ejercer el “compromiso social”. Entonces, la obligación de los  institutos superiores es formar no sólo profesionales con calidad en cuanto a saberes conceptuales y específicos, sino fundamentalmente ciudadanos comprometidos con la libertad, la justicia social, los derechos humanos y la vida. Porque se trata, como decían algunos viejos sabios, “de acercar la mejor leche fresca posible y no cuajada”. Creo con sinceridad, que los elementos de esta argamasa son pensados, conversados, discutidos, interpelados  y vueltos a pensar en las numerosas reuniones y encuentros que producen nuestros profesores a lo largo del año académico. Y en esas regiones del campo intelectual de nuestro Instituto veo avances, algunos altamente significativos. Pero, como dije antes, “tenemos mucho por hacer y no basta con ofrecer nuestras potencialidades”.

Permítanme expresar algunas cuestiones  más, que necesito señalar desde el punto de vista de esta Institución. Es que hay temas a los que no puedo dejar de referirme. Seré breve, en la medida de lo posible.

El Equipo directivo  desplegó nuevamente este año un trabajo constante y colaborativo, y en tal sentido, creo que hay capacidad, habilidades específicas  y disposición para la tarea en conjunto. Los diferentes enfoques profesionales  respecto de algunos proyectos, problemas o situaciones propias de la gestión cotidiana, no  impidieron ni distrajeron a la Regencia ni a la Dirección, de la responsabilidad de conducción que merece nuestro Instituto. Dejo constancia también del reconocimiento a la tarea desarrollada por el Consejo Académico, porque este año la actividad no fue leve para los Jefes de Sección: hubo mucho trabajo y ellos lo supieron hacer bien, en tiempo y forma. Otro personal  de labor destacada es el cuerpo técnico, también las bibliotecarias, el Departamento de alumnos y el Servicio de Orientación Educativa. Destacado es también este acto de colación, gracias al grupo numeroso de profesores que lo organizaron.

El registro que voy a realizar ahora es justo y tiene dos destinatarios: En primer lugar  me refiero al  trabajo constante  de los asistentes escolares, que  escasos en relación al tamaño y las necesidades del edificio, se preocupan y ocupan para que  el Instituto esté siempre limpio y ordenado; en tal sentido, me consta que su esfuerzo es considerado y valorado por muchas personas pertenecientes a este Instituto y por quienes nos observan desde fuera del mismo. En lo personal les reconozco a los asistentes escolares el respeto y también la paciencia diaria que me manifiestan. El otro sector que voy a destacar es el de Secretaría: el modo de trabajo de Rosana Obando, Lorena Lozano y Susana Molinari resulta clave para el funcionamiento de esta institución, puesto que su obrar es siempre diligente y cordial. Ellas también son muy pacientes con el Director.

Y ahora voy a focalizar mis palabras en esos otros actores, sin los cuales el Instituto no tendría razón de ser: específicamente me refiero a los estudiantes que pueblan nuestras aulas. Si reconocemos que la clase debe ser algo más que un espacio de intercambios cognitivos, si realmente debe constituir un lugar de encuentro para la construcción de actitudes y vivencias subjetivas, gestadas tanto por los estudiantes como por los docentes, gracias a la mediación del afecto, como componente fundamental del “conocer”, “actuar” y “relacionarse”, creo que nuestros estudiantes lo han logrado, en la medida en que ya se han marcado un horizonte y están caminando en pos de él, con intensidades y ritmos diferentes, pero en movimiento, con rumbo cierto.

“El cambio. La forma en que la vida |se nos presenta y nos convoca. La forma en que el tiempo nos va diciendo que movernos es crecer.  Celebrar, contagiar, sensibilizar. Hacernos testigos lúcidos de una época. Pensar en las proyecciones de este presente que ya deviene en lo otro” ¿Frases bellas, verdad? Las escuchamos al principio del acto. Para este orador resultan la excusa poética para recordar una fecha clave: el 8 de abril de 2013, cuando  habilitamos el nuevo edificio  e inauguramos un nuevo tramo de la historia del Instituto, es decir, del “nosotros”. Resulta ésta una oportunidad propicia para anunciarles que la otra parte del edificio ya está terminada, y que están cercanos los días en que nuestra forma de ser y estar se hagan cargo de él…y entonces la historia del instituto, la del “nosotros”, tomará otro impulso, otros desafíos, otros propósitos, otras realizaciones.

 

Egresados: los invito a volver cuantas veces lo sientan, o las futuras ocupaciones se lo permitan; con una factura arquitectónica distinta y casi seguro que con trayectorias formativas también diferentes, este Instituto seguirá siendo el de “ustedes”. Es de esperar que el regreso tenga que ver con capacitación, investigación y por qué no con posibilidades ciertas de trabajo. No voy a edulcorar el final: simplemente quiero decirles que todos los que integramos el Instituto, especialmente sus profesores, los respetan, valoran sus esfuerzos y los quieren. En el final les reitero lo que ya saben: la obtención del título cierra una etapa, pero el proceso de vivir sigue, y en ese sentido, personalmente,  espero que sea el mejor posible para cada uno de ustedes.

 

Muchas gracias por la atención.

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