La épica del relato llegó a la ciencia

La épica del relato llegó a la ciencia

Historia sesgada


 

 

Por Hilda Sábato | LA NACION



Con motivo del 55 aniversario de su fundación, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) ha puesto en circulación un video que resume la trayectoria de esa institución. La conmemoración ofrecía la oportunidad de dar a conocer al público la historia del principal organismo estatal de promoción de la investigación científica y tecnológica en el país, mostrar las vicisitudes que atravesó al compás de los vaivenes de nuestra vida política y señalar el rumbo de sostenido crecimiento seguido en la última década. Lamentablemente, esa ocasión se ha desperdiciado, pues el video resulta un ejercicio más de propaganda oficial, que ofrece una visión distorsionada del pasado del Conicet, a la vez que desdibuja el papel de la institución y de los científicos en esa historia.

El video dura 7,44 minutos, 60% de los cuales está dedicado a la última década. Un tramo introductorio ubica la fundación del Conicet, en 1958, en el marco de un conjunto de iniciativas previas que se remontan a mediados de los años 40 y al gobierno de Juan D. Perón, así como de la creación de otras instituciones de la década del 50: el INTI, el INTA, la Conea y el Conityc. El comienzo institucional se sintetiza en la imagen y las palabras de Bernardo Houssay (Premio Nobel de Medicina 1947), primer presidente y figura clave de la etapa inicial, y a continuación, se comprime en un minuto la compleja historia que siguió hasta 2003. A la mención de los golpes militares, siguen un par de imágenes sobre la recuperación de la democracia y una referencia a la reincorporación de investigadores y becarios. Sin embargo, nos aclara la voz en off , «en este período, la ciencia y la tecnología no fueron concebidas como motor del crecimiento y desarrollo del país». Las políticas de «vaciamiento y desinversión» que siguieron en los años 90 tuvieron su culminación en la crisis de 2001, de la que el Conicet será rescatado sólo a partir de 2003.

Se llega así a los gobiernos Kirchner, que se presentan como un período fundacional, una «nueva etapa» que deja atrás «años oscuros de desinversión». Se proyectan aquí cifras y textos referidos al crecimiento de la inversión en el sector, la gran expansión en el número de investigadores y becarios, la instrumentación de políticas de transferencia de tecnología y la puesta en marcha de Tecnópolis. Las figuras fundamentales son Néstor Kirchner y Cristina Fernández, cuyas imágenes y discursos aparecen unas diez veces. Ellos tienen la palabra, que se intercala con fotos de gentes y escenas del «paisaje científico» argentino, en una sucesión de bonitas postales a la manera de los avisos turísticos. No hay presencia ni voces de científicos en particular (será porque no tenemos nuevos premios Nobel) ni mención alguna a desarrollos específicos del conocimiento.

En su relato y en su formato, este video distorsiona la historia. Ya en la introducción, al presentar la creación del organismo en continuidad con las políticas del primer peronismo, se soslaya un dato clave: tanto el Conicet como el INTI y el INTA se fundaron en tiempos del gobierno de facto de Pedro E. Aramburu y en el marco de modificaciones importantes en el ámbito estatal. Más engañoso aún es el segundo tramo del video, que prácticamente descarta el intenso proceso de reconstrucción del Conicet iniciado en 1983 y minimiza, en consecuencia, el cambio sustantivo que se produjo en esa etapa.

Durante la presidencia de Alfonsín y la gestión de Manuel Sadosky, en la Secretaría de Ciencia y Técnica, y de Carlos Abeledo, al frente del Conicet, se llevó adelante un programa transformador en tres direcciones. Por una parte, se buscó revertir los daños ocasionados por la dictadura a través de la reincorporación de investigadores cesanteados, la creación de un programa excepcional de «becas de actualización» destinadas a la reinserción en la actividad académica de quienes habían visto cortadas sus carreras por razones políticas (que favoreció a más de 160 personas, incluidas figuras de destacada actuación posterior como Jorge Taiana), y la revisión del uso doloso de dineros públicos realizado en el período anterior que desembocó en actuaciones judiciales, entre otras medidas. En segundo lugar, se recuperaron los objetivos, criterios y mecanismos que caracterizaron a la institución desde su origen, en particular en relación con el fortalecimiento de las carreras del investigador y del técnico y de los programas de becas, la puesta en marcha de un sistema de financiamiento para proyectos de investigación y desarrollo, la articulación efectiva con las universidades, y la afirmación de los procesos de evaluación por parte de la propia comunidad científica sobre la base de criterios estrictamente académicos. Finalmente, se introdujeron novedades importantes entre las cuales se destaca la adopción de una nueva manera de entender la ciencia como instrumento clave para el desarrollo nacional, que llevó a promover la vinculación con el sector productivo a través de políticas concretas de articulación entre ciencia, tecnología y producción. Esta concepción es muy semejante a la que hoy propone la gestión oficial y se apoya en las mismas fuentes intelectuales, aunque este video lo ignore e insista en la originalidad absoluta de la gestión de los Kirchner en la materia.

Estas políticas fueron, en gran medida, revertidas durante el gobierno del presidente Menem, en especial cuando Raúl Matera estuvo a cargo de la Secretaría de Ciencia y Técnica, en el período que su sucesor Juan Carlos del Bello denominó críticamente «de la contrarreforma». A partir de 1996, Del Bello intentó recuperar la senda iniciada en 1983, pero los cambios políticos siguientes y la profunda crisis de fin de siglo resultaron en una parálisis en ese plano.

El ocultamiento de esta historia permite al gobierno actual presentarse como refundador del Conicet y a sus políticas como originales y únicas. En lugar de insertar su gestión en una trama de largo plazo que diera cuenta de los altos y bajos del pasado reciente, ha elegido -una vez más- inventar un relato en que los Kirchner aparecen como los únicos héroes. Con ello, no sólo ignoran la acción de otros gobiernos, sino, sobre todo, de los investigadores, técnicos, becarios y funcionarios que durante décadas han contribuido al funcionamiento del Conicet, al desarrollo científico y tecnológico argentino y a la inserción de la ciencia en la sociedad sin necesidad de épicas impuestas desde arriba. También, curiosamente, desmerecen su propia contribución al subsumirla en un cuento sesgado que tergiversa la historia y traiciona el propio título del video: «55 años. Una vida de conocimiento».

Más información:

Deja un comentario