Cuando educar se convierte en proeza

Cuando educar se convierte en proeza

Entregaron premios a veinticuatro “buenos educadores de la Argentina”


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Sociedad  |  Miércoles, 11 de septiembre de 2013
Un maestro rural que vive en el aula; una profesora que desciende de pobladores originarios y enseña la verdadera historia. Son dos de los veinticuatro maestros premiados por el Ministerio de Educación, con motivo del Día del Maestro.
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Laura Manquel, profesora de Historia, y Mario Pinatti, maestro formoseño.

Todos los días, a las seis de la mañana, Mario Miguel Pinatti despierta en una de las aulas de su escuela rural, al sudoeste de Formosa. Antes de que lleguen sus catorce alumnos, Mario corre la cama en la que duerme hasta dejarla junto a una de las paredes. Luego chequea el orden y la limpieza del lugar, y se coloca, de pie, junto al pizarrón que cuelga en otra de las paredes. Recibe, así, a los estudiantes que van llegando, en su mayoría en bicicleta. En el marco de la celebración del Día del Maestro, Mario y otros 23 educadores fueron distinguidos ayer por su labor pedagógica. El Ministerio de Educación de la Nación les entregó a los maestros el Premio a los buenos educadores de la Argentina. “Un buen educador es aquel con la capacidad de generar confianza entre sus alumnos, que los escucha, los respeta y los comprende”, señaló el titular de la cartera educativa, Alberto Sileoni.

Desde 1992, Mario es maestro en la Escuela Nº 149 de Cacique Sumayen, un paraje a unos 400 kilómetros de la ciudad de Formosa. Hoy está a cargo, junto a otro docente, de los catorce alumnos, de entre 6 y 17 años, que asisten al establecimiento. “Los dividimos en dos grupos, los más grandes van con mi colega, y yo me quedo con los más chicos. Más allá de las áreas clásicas como Lengua o Matemática, los chicos colaboran en actividades diarias como cocinar o ir a buscar agua al pozo”, explica Mario, de 46 años, quien se licenció en Gestión Educativa en la Universidad Nacional de Formosa. La escuela está inserta en una zona ganadera y la enseñanza no escapa a ese contexto.

El maestro realiza, además, trabajos con la comunidad rural de la zona: asesora a alumnos y padres en las actividades de cría de ganado, pastura y sanidad. “Incentivamos a los chicos en la actividad ganadera, en el mejoramiento de las técnicas de cría de chanchos, vacas, lechones y chivos”, explica Mario. “Ser docente, para mí, es servirles a los chicos de guía, de modelo. Escucharlos e intentar comprenderlos.” Por su trabajo cotidiano junto a los estudiantes, el maestro formoseño fue reconocido ayer por el Ministerio de Educación.

Otra docente distinguida fue Laura Beatriz Manquel, de 36 años, de la provincia de Río Negro. Es descendiente de pobladores originarios y se desempeña como profesora de Historia desde 2003 en la escuela nocturna Nº 126 de Valcheta, en el centro de la provincia, donde creció y se crió. A su vez, es tutora de proyectos y talleres educativos que se desarrollan en sus cursos. La docencia, para Laura, ha sido siempre “un compromiso social”, el desafío de poder romper el silencio de su propia historia: la de los pueblos originarios. “No enseño la historia oficial, sino lo que realmente sucedió. No como una postura confrontativa, sino ajustada al análisis histórico social. Uno de mis grandes compromisos con la enseñanza es ése: lograr el autorreconocimiento de los chicos y de la comunidad en general”, sostiene Laura. Entre los cursos de segundo y tercer año tiene un total de cien alumnos a cargo, gran parte de ellos descendientes de indígenas.

Para cursar el profesorado, Laura tuvo que viajar desde Valcheta hasta Viedma. Estudió en la Universidad Nacional del Comahue y una vez que terminó sus estudios optó por regresar a su pueblo. “En mi cabeza siempre estuvo volver a enseñar en el lugar donde me crié. Tuve oportunidades para irme: me ofrecieron un cargo a 180 kilómetros de Valcheta, con un buen sueldo. Pero decidí quedarme porque uno asume la enseñanza como un compromiso social que va más allá de las cuatro paredes y, a veces, no importa la parte económica”, reconoce. Además del reconocimiento que recibió ayer de manos del ministro Sileoni, Laura fue galardonada en 2010 con el primer premio en un certamen literario organizado en la provincia en ocasión del Bicentenario. “Hoy nosotros estamos acá no sólo por nuestro compromiso con la escuela y la enseñanza, sino también con el resto de la comunidad”, enfatiza la profesora.

El titular de la cartera educativa entregó en el Palacio Sarmiento plaquetas de reconocimiento a los 24 docentes distinguidos y señaló que “a través de ellos extendemos nuestro reconocimiento a los 940 mil docentes argentinos”.

Informe: Nicolás Andrada.

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