Cada vez más jóvenes eligen la docencia

Cada vez más jóvenes eligen la docencia


 

POR ALFREDO DILLON Y PABLO RIGGIO

La matrícula de los institutos de formación muestra un mayor interés por la carrera. A poco de celebrar el Día del Maestro, los futuros docentes hablan de sus expectativas.
Futura maestra. Lara Nesis estudia el profesorado de educación primaria en el Normal N° 7. /DIEGO WALDMANN

05/09/13

En Argentina cada vez más jóvenes eligen ser docentes: la matrícula en los institutos de formación creció un 29% desde 2008, según datos del ministerio de Educación. A poco de celebrar un nuevo Día del Maestro, Clarín Educación entrevistó a futuros maestros y especialistas para reflexionar sobre el presente de la docencia y los desafíos que asoman en el horizonte.

En 2012, 384.980 estudiantes cursaban los profesorados de nivel inicial, primario y secundario en los 1317 institutos de formación de todo el país. Cuatro años antes, en 2008, la cifra era de 298.435 alumnos: en ese tiempo se incorporaron casi 100 mil futuros docentes.

Varios elementos explican el incremento de la matrícula. Para Sandra Ziegler, doctora en Ciencias Sociales e investigadora de FLACSO, “el mayor acceso de alumnos al nivel mediopresiona sobre el ingreso a carreras de nivel superior, y en muchas localidades la docencia es una alternativa disponible frente a las carreras universitarias que exigen traslados y muchos gastos para las familias”.

A estos factores, Ziegler añade que “para los jóvenes que son las primera generación de sus familias que accede a estudios superiores, la docencia es una opción prestigiada y un canal de ascenso social respecto a su medio de origen”.

Las condiciones laborales también influyen: “La recuperación del salario docente de los últimos años la torna una carrera relativamente interesante, teniendo en cuenta además que se trata de un trabajo que goza de ciertascondiciones de estabilidad (sobre todo, una vez lograda la titularización en el circuito estatal). Por otro lado, los primeros puestos de trabajo para los jóvenes y las mujeressuelen ser de difícil acceso, por eso el trabajo docente resulta una alternativa que despierta interés”.

Desde las aulas del Instituto Superior de Formación Docente N° 52, de San Isidro, la directora Irene Nielsen corrobora este panorama: “En los últimos años vemos un incremento en el interés por la docencia, y eso se traduce en más inscriptos. En general, entre los estudiantes hay muchas expectativas con la inserción laboral, porque es una salida segura y rápida. En tercer año la mayoría ya trabaja”.

El aumento de los inscriptos implicó una modificación en el perfil de los estudiantes. Según Mariano Alu, responsable del programa de becas de Fundación Lúminis, “hubo un cambio en el perfil del aspirante a docente. Antes quizás era un joven de 18 años recién salido de la secundaria, sin familia y que no trabajaba. Hoy ya no es así: para muchos no es la primera carrera y la cursan en simultáneo con un trabajo. Por otra parte, si bien la gran mayoría siguen siendo mujeres, actualmente muchas tienen hijos y eso implica otras demandas y otro ritmo de cursada”.

Para Alu “es clave que los institutos de formación puedan adaptarse a los nuevos perfiles de sus estudiantes”. La Fundación trabaja con varios institutos del conurbano, y uno de los desafíos que detectaron es el problema de la deserción. Según explican, en muchos distritos de la provincia de Buenos Aires faltan docentes y, en consecuencia, se abren listados de emergencia que permiten que los estudiantes de los institutos de formación empiecen a dar clases apenas con el 30% de la carrera aprobada. A largo plazo, esto terminadesalentando que terminen el profesorado.

Una investigación coordinada por Emilio Tenti Fanfani para el Instituto Nacional de Formación Docente arrojó varios datos que delinean el perfil de los estudiantes de los institutos de formación: El 78% de los alumnos son mujeres, y solo el 22% son varones (la proporción supera el 3 a 1).

 Casi la mitad se concentra entre los 20 y 24 años (49%).

 El 53% trabaja.

 La mitad declara tener un padre (57%) o una madre (53%) que no completaron la secundaria.

 El 43,9% cursó o se encuentra cursando otra carrera terciaria o universitaria: la formación docente no es una opción exclusiva.

Entre esas cifras está la historia de Lara Nesis (19), que estudia el profesorado de Educación Primaria en el Instituto Normal N°7, de Almagro. “Mi principal expectativa es poder enseñar, y para que eso suceda es fundamental trabajar en conjunto con los pares, los directivos y las familias. Nosotros tenemos la tarea de construir democracia desde las aulas y también fuera de ellas”, sostiene Lara. Esta futura maestra lamenta que su profesión no reciba la valoración que merece: “Creo que el papel del docente está desvalorizado. El rol del maestro no es el de un mero técnico que aplica programas sino el de intelectual transformador”.

El entusiasmo de Lara reaparece en las palabras de Marcelo Doleac (36), estudiante del profesorado de Educación Primaria en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 104, de Quilmes: “Transmitir un nuevo conocimiento a un chico, ser parte de su formación como ciudadano y dejarle una marca para toda la vida es algo único e incomparable. Mi deseo es poder vivir de esto y también capacitarme para no quedarme estancado y poder brindarles lo mejor de mí a mis alumnos”. Marcelo anticipa que en el camino del aula no es todo color de rosa: “Mi mayor temor es no captar la atención de los chicos”.

¿Qué nuevos retos enfrentan los jóvenes que entran a las aulas en esta década? De cara a los próximo años, el Plan Nacional de Formación Docente 2012-2015 establece seis prioridades:

• desarrollar un sistema nacional de formación docente y mejorar su planeamiento;

• instalar una cultura de la evaluación de la formación;

• impulsar la transformación de la currícula de la secundaria;

• fomentar la participación de los jóvenes y la democratización de las instituciones;

• estimular la investigación pedagógica y la formación continua;

• trabajar para una apropiación pedagógica de las nuevas tecnologíasen las aulas.

En este contexto, Ziegler destaca: «Uno de los desafíos más relevantes que se le plantea a la profesión docente en la actualidad es el relativo a la incorporación en la escuela de una serie de cambios culturales y tecnológicos de gran magnitud que afectan a los pilares de la escolarización. Por señalarlo de un modo sintético, a la clásica cultura escrita que históricamente transmitió la escuela, ahora se le plantea también la presencia de otros lenguajes, como los audiovisuales, que suponen otros códigos, velocidades y también generan estímulos diferentes».

«Estos nuevos lenguajes, y también las tecnologías de la información y la comunicación que se encuentran presentes en la vida cotidiana de niños y jóvenes, están modificando las formas de percibir y operar con la información circundante, y todo esto implica un desafío para la escuela en tanto exige reinventar las formas de enseñar», sostiene la especialista, y añade: «La escuela requiere incorporar estos cambios porque los nuevos lenguajes y tecnologías mencionadas portan buena parte de los saberes que se requieren para vivir en nuestras sociedades. En definitiva, el trabajo docente hoy y siempre se ha hecho cargo de transmitir aquello que requiere cada tiempo y sociedad en donde se desarrolle la acción de educar».

En medio de estos nuevos desafíos, y pese a las dificultades cotidianas que se viven en la escuela –desde la violencia de algunos padres, hasta la indiferencia de las autoridades y las necesidades insatisfechas de tantos alumnos–, los futuros maestros se preparan para el aula con la convicción de que el oficio docente es más que una profesión: tiene mucho de vocación. Para estos jóvenes, enseñar, además de ser un trabajo, es una pasión y una alegría. Jessica Monasterio (22 años), estudiante del profesorado de Enseñanza Primaria en la Escuela Normal Superior Nº 10, de Belgrano, resume: “Ni bien terminé la secundaria ya sabía que quería estudiar esto. La docencia requiere de mucha responsabilidad, pero creo que elegí una linda profesión… La mayor satisfacción, como futura maestra, seguramente será cuando vea a los chicos aplicar los conocimientos o las herramientas que uno les proporcionó”.

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