Secundaria: a 8 de cada 10 docentes les falta formación

Secundaria: a 8 de cada 10 docentes les falta formación

POR DIEGO GEDDES Diario Clarín 22/10/2012


Sólo el 20% se formó en la universidad y recibió capacitación pedagógica. El Estado no les exige más. En cambio, en cantidad de profesores el país tiene uno de los mejores promedios de la región.

Argentina tiene una gran cantidad de profesores secundarios, aunque faltan más docentes con formación universitaria y pedagógica. Esas son las conclusiones que surgen de dos estudios de reciente aparición, uno realizado por Unicef/Unesco y otro por la Organización de Estados Iberoamericanos.

Por un lado, el informe titulado “Completar la Escuela. Un Derecho para Crecer, un Deber para Compartir”, con datos de 2011 para América Latina y el Caribe, reveló que en nuestro país, en el nivel medio, hay un profesor cada 14 alumnos. Es uno de los mejores promedios de la región (ver infografía). Sólo Venezuela (9 alumnos por docente) y Uruguay (11 alumnos por docente) tiene mejores promedios que Argentina. Pero por otro lado, menos del 20% tiene formación universitaria y recursos pedagógicos suficientes, según surge del estudio “Miradas sobre la Educación en Iberoamérica”.

A diferencia de otros países del continente, en la Argentina el Estado no les exige a los profesores que tengan formación universitaria para que puedan dar clases. La mayoría se capacita en institutos de formación docente, pero con nivel terciario, con una duración de cuatro años. Pero más allá del tiempo de formación, las diferencias son de contenido (verEl profesor debe…).

“La reforma que se hizo en 2009 para ampliar el tiempo de formación de los docentes (de tres a cuatro años) fue muy positiva. Pero debería haber más incentivos. Por ejemplo, que con esos cuatro años luego puedan aplicar a un posgrado”, dice Laura García Tuñón, legisladora de la Ciudad por Buenos Aires para Todos y miembro de la comisión Educación.

En cantidad de profesores por alumno, Argentina tiene niveles similares a los europeos, en contraste con los africanos y asiáticos donde la relación es uno cada 35 o 40 alumnos. Sin embargo, el trabajo de Unesco dice que en la región “el número de alumnos por docente es razonable para el trabajo en clase, en la medida en que los profesores reciban la formación adecuada”. La consecuencia de esta situación, en la Argentina, es que –también según datos de Unesco– menos de la mitad de los estudiantes logran terminar la secundaria en el plazo establecido.

“La formación docente está hoy desafiada por todos los cambios que se dan en las escuelas”, dice Andrea Alliaud, doctora en Educación de la Universidad de Buenos Aires. “Los docentes se encuentran con alumnos que son diferentes al prototipo de alumno que se ve en los manuales de enseñanza”. Respecto del nivel de capacitación, Alliaud considera que no es sólo una cuestión de tener o no un título universitario; “No es que el pasaje por la universidad resuelve automáticamente los problemas. Lo que hay que lograr es que las instituciones de formación terciaria tengan una dinámica similar a la universidad, y no tanto a un nivel secundario”.

Para los especialistas, otro punto conflictivo relacionado con el sistema de formación es que haya más de 1.200 institutos, algo que dificulta la regulación de los estándares de calidad. En México son sólo 200, y en Francia 34.

“Argentina tiene una larga trayectoria en la formación de profesores a través de distintas instituciones. Creo que esa diversidad genera un saber pedagógico importante –dice Gustavo Zorzoli, rector del Nacional de Buenos Aires–. Pero también creo que los institutos de formación no han puesto el foco en la cuestión de que los alumnos que hoy asisten a la escuela secundaria son diferentes”.

“Los procesos de capacitación son muy heterogéneos en términos de su calidad y duración –dice Sandra Ziegler, investigadora principal en el área de Educación de Flacso–. Una de las mayores dificultades es que en general la capacitación es pensada aún como una iniciativa individual de los profesores, cuando hay suficiente evidencia de que la capacitación docente que genera mayores beneficios es aquella desarrollada por los equipos de directores y profesores en el propio ámbito de trabajo. La capacitación a nivel institucional redunda en mejores resultados que aquella que es asumida sólo individualmente, y esto es así porque la capacitación colectiva genera capacidades institucionales en los equipos de trabajo”.

Los dos estudios citados para esta nota coinciden en algo, y es que el nivel de los docentes influye más que cualquier otra variable para lograr resultados positivos en la enseñanza. “La calidad de un docente puede marcar la diferencia en el aprendizaje de los estudiantes, al atenuar o potenciar el papel del contexto en donde se encuentren, contrarrestando incluso las desventajas asociadas a sus antecedentes socioeconómicos».

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